Cuando llega diciembre —y, con él, el solsticio—, algo en mí quiere parar… y ver qué pasa.
La sensación es como de llegar a un final de camino, tomar un descanso de guerrero y ajustar la ruta.
Decido qué sí, qué no… qué me quedo, a qué despido.
Lo hago mirando qué he aprendido.
¿Qué sabes ahora que antes no sabías?
Hoy comparto las 10 lecciones más valiosas que me deja 2021.
Incluyen incertidumbre, emociones, y mucha, mucha mentalidad.
Qué me llevo de 2021 como emprendedora-empresaria: 5 lecciones laborales
Me acabo de poner a Bob Dylan, y suena Like a Rolling Stone.
Considérala la banda sonora de este artículo.
Lección #1: más horas no equivalen a más esfuerzo
Antes de venirme a escribir revisaba las horas invertidas por áreas de negocio en este año.
Echando cuentas, el promedio de horas trabajadas me salía a 6 horas y pico cada día laborable.
Lo primero que he pensado ha sido: «¿pero qué dices, María? ¿Solo 6? Pues parece que has trabajado más, tía».
Y, de verdad: mi sensación es que me he esforzado un huevo.
Pero mi mente juzga los datos diciéndome: «6 horas no son nada, vaga. Tenías que echar 8».
Esto me hace pensar que asociamos las horas invertidas con el esfuerzo hecho.
«A más horas, mayor y mejor esfuerzo».
Sin embargo, cuando enciendo la herramienta de medir minutos es cuando estoy realmente centrada y concentrada. Si no, la apago, y el tiempo reloj no corre.
Y avanzar, te digo yo que he avanzado.
Así que el primer aprendizaje es este.
No es cuestión de trabajar muchas horas, sino de trabajar de forma efectiva (o productiva, si te gusta más la palabra) las horas que trabajes.
Por otra parte, me parece bastante aceptable una media de 6 horas diarias de curro, con sus picos y sus valles.
Lo preocupante sería encontrarme con una media de 10 horacas pagando autónomos.
Pasemos al siguiente punto.
Lección #2: haz más, habla menos
¿Has escuchado alguna vez eso de que «se te va la fuerza por la boca»?
Pues es verdad.
Siempre me ha gustado compartir con la gente de mi alrededor las ideas que se me han ocurrido, los proyectos en los que participado o las novedades que quería construir.
Este año me he dado cuenta de que no es TAN necesario hacerlo.
Es cierto que, a nivel emocional, ayuda verbalizar.
Sin embargo, cuando hablamos de materializar ideas es mejor no depender tanto del feedback…
y HACERLAS REALIDAD.
No es necesario que te entretengas a contarlo todo.
Empieza por garabatear tus ideas en el papel. Pásalas a esquemas, a herramientas. Y entonces, a validar con personas.
En mi caso, por ejemplo, comentar lo que quería hacer con alguien era una forma de conseguir el permiso.
Buscaba que me dijeran:
«Pues tiene buena pinta, hazlo».
Pero, si lo piensas, el permiso te lo das tú.
Y puede que te importe mucho la opinión de quienes te rodean, pero quienes te rodean no tienen una bola de cristal para decirte si tu idea tendrá éxito o fracasará.
Lo dirá la vida y el mercado cuando lo pongas en marcha.
Así que eso.
Haz más, y habla menos. El permiso ya lo tienes.
Lección #3: caminar en solitario no es la única manera
De hecho, no es ni la única ni la más recomendable.
Este año me he rodeado de personas como Javi, Esther o Joan prácticamente en el día a día, y he gestado mano a mano proyectos que me emocionan (uno de ellos nacerá el mes que viene, jojojo…).
¿Y por qué?
Primero, porque compartir el camino es aligerar el peso de la mochila.
Cuando emprendes un negocio vas tú, tú y tú. Tú lo haces todo, tú cargas con todo y tú… también te haces cargo de ti, claro.
Es pesado a veces.
Y segundo, porque unos proyectos se retroalimentan de otros.
Cuando la energía es diversa, el trabajo es más divertido, interesante y valioso, porque se NUTRE de lo que otros te aportan.
Y he mencionado nombres personales, pero también hablo de comunidades bonicas, como la de Ire Martín, o la de SinOficina, donde hasta el club de lectura me ha abierto las antenas para mirar los libros de otra manera.
Bueno.
Vayamos al siguiente punto.
Lección #4: nunca digas nunca… pero aprende a decir no
Qué bonito suena… y qué jodido es.
Este año he dejado ir varios proyectos que, aunque por temática me gustaban, por las expectativas de los dueños no eran viables.
Estilo (y caso verídico):
«Es que lo quiero para ya».
De acuerdo, El servicio se incrementa en «tanto».
«¿Puedes ajustarme el presupuesto?»
No.
«Me gustaría ver tu porfolio».
No tengo. Puedes ver mi web.
«Qué pena, había sentido feeling contigo».
Una pena, sí. Pero hasta luego, MariCarmen.
Aunque pueda parecer lo contrario, decir no siempre me ha costado. Pero oye, cuando le coges el punto, te arrepientes de no haberlo hecho antes.
Y aprendes que, cuando dices que no a algo, estás diciendo que sí a otra cosa (esta frase la he pillado por ahí de oídas, pero no encuentro a quien la dijo. Si lo sabes, dímelo y le cito).
Por otra parte, yo era de las que decía «yo nunca haré tal o pascual».
Como ejemplo, me he zampado varios lanzamientos —yo, la que renegaba de los lanzamientos—. Y resulta que han estado muy bien.
Es lo que tiene.
Si optimizas tu proceso de trabajo, y adecúas tu sistema para facilitarte la vida y trabajar con clientes que de verdad sean afines a ti…
decir no y abrirte a lo nuevo sin usar el «nunca» merece una oportunidad.
La mejor muestra de ello es el copy de mi web, que puedes ver tanto en la página de inicio como en los 14 cafés que recibes al suscribirte.
Lección #5: lentitud sana y no encajar en etiquetas
Sin duda esta es la que más me ha costado aceptar.
Empecé como copywriter hiperespecializada en gastronomía gourmet hace unos años.
Y, al contrario de lo que se suponía que iba a pasar, lo que he hecho ha sido ir abriendo mi abanico de temáticas.
¿Soy generalista?
No, porque no trabajo con todo el mundo ni me meto en todos los temas.
¿No me especializo en nada, entonces?
Tampoco es eso. Me especializo en autenticidad. Y vivo sin etiquetas que me coloquen aquí o allá.
Al final todos los negocios con que trabajo suelen tener algo en común: voz, fuerza interior, ruptura de esquemas, ética propia, y coraje para decir verdades aunque escuezan.
Elijo trabajar con negocios y marcas a los que yo misma compraría porque aportan valor al mundo y al planeta, y nos conectan de nuevo a la naturaleza.
Mi manifiesto
Enjaularme en un apellido para mi profesión me agobia, me limita y me aburre.
Así que no, gracias.
De la misma manera, he aceptado que puedo ser rápida para trabajos de clientes si la situación lo requiere, pero que mi evolución como negocio es lenta.
Y oye. Ya lo reflexioné en abril.
La naturaleza es lenta, y está bien.
En mi caso no tiene que ser diferente.
Qué me deja el 2021 como humana del mundo: las 5 lecciones personales
Me apetece un poco menos hablar de mí como humana, la verdad. Hace poco estuve en un taller de terapia de grupo y ando revuelta todavía.
Pero sí quiero dejarte algunos aprendizajes que me conectan a las «tendencias de la especie», y que, a la larga, alimentan a los negocios.
Lección #6: autoconocimiento sí, gracias
Esta es la clave para vivir con coraje y fidelidad a ti, en lugar de con el piloto automático encendido cual oveja de rebaño.
Conocerte por dentro, bucear en ti, sanar tus traumitas. Ahí reside tu fortaleza.
Como ya sucedía el año pasado, mi escritura a mano, mi rutina matinal y el diseño de mis hábitos a imagen y semejanza han sido los grandes aliados.
Por otra parte, en julio me regalé una lectura de carta natal y me di cuenta de algo que sospechaba, aunque nunca me lo había tomado muy en serio.
El asunto se llamaba multipotencialidad.
Significa tener diversidad de talentos que, cuando desarrollas y aprendes hasta un cierto nivel, se te quedan pequeños… y quieres necesitas ampliar horizontes.
Gracias a comprender cositas con los astros desbloqueé puertas que no sabía ni que existían.
El tema es que, además de ser copy y vivir de ello, también me apasionan otro porrón de cosas.
Y me gusta que sea así.
Bucea en «tus cosas». Conócete. Dentro de ti habita tu verdadero poder.
Lección #7: no esperes a agosto para descansar
Este año en verano trabajé como una loca; es lo que tiene la «vuelta al cole», que en verano los negocios se ponen las pilas y se preparan para regresar con fuerza.
Así que cambié mis vacaciones a septiembre.
Y nos fuimos una semana de acampada, en lugar de descansar el mes de agosto como sucedió el año anterior.
¿Lo interesante?
A raíz de una conversación (con jabalíes de fondo por la noche), decidí repartirme las semanas de vacaciones a lo largo del año…
y trabajar cuando el resto del mundo descansa.
Es una manera de no pillar atascos, follones o muchedumbres, además de mejores precios y disponibilidad para viajar.
Con la práctica me he dado cuenta de que nadie debería esperar a agosto para descansar.
Descansar es un derecho que tenemos por el simple hecho de existir.
Y creo que es lo mínimo que, quienes dirigimos un negocio, deberíamos considerar a la hora de mirar lo que cobramos, presupuestamos y facturamos. ❤️
El siguiente punto es muy cortito.
Lección #8: enfrenta, gestiona, integra
Tras leerme un libro —que comentaré el próximo día del Libro, no ahora—, tracé mi propio mantra.
Lo llamo el mantra de las 9 palabras, y me ayuda a abrazar la incertidumbre.
Hablo de la incertidumbre que nadie nos enseña a gestionar: la financiera, la social, la económica, la emocional… La vida misma, vaya.
Enfrenta, gestiona e integra son 3 de las 9 palabras que contiene. Y lo uso cada mañana como parte de la rutina matinal.
Si quieres la afirmación completa, puedes pedírmela, sumándote a la cafetería semanal, cuando me saludes.
Lección #9: mereces la pena tiempo, invierte en ti
Cuando escribo esto, hace unos días que la actriz española Verónica Forqué apareció muerta en su casa.
La causa fue suicidio.
Y es que la salud mental ha tomado un protagonismo tan necesario como alarmante este 2021.
A mí no me gusta decirle a nadie lo que tiene que hacer —válgame, con ese berenjenal—.
Pero si a mí me funciona invertir en mí y en mi salud mental sin tener que estar al borde de un ataque de nervios, qué menos que manifestarlo.
¿El aprendizaje?
No necesitas aguantar hasta el último cartucho para invertir en ti.
El concepto «antifragilidad» es saludable, pero la agonía, no.
Así que normalicemos invertir dinerito en sanar por dentro.
Lección #10: lo peor que puede pasar
¿Qué es lo peor que puede pasar si haces eso que quieres, pero te da miedito?
Si lo peor que puede suceder es dramático —ya sabes, dramático de verdad, que te joda la vida—, entiendo que no lo hagas.
Pero coño.
Si lo peor que puede pasar no es dramático… míratelo.
Dejarme de gilipolleces y centrarme en hacerlo es una guía que me aplico para 2022.
Y es un consejo que tomo de Luis Monge.
Es mejor hacer algo, y ver qué pasa, que crearte hipótesis absurdas y paralizarte pensando en cada una de ellas.
Luis Monge
Por otra parte —y este aprendizaje te lo puedes aplicar a tu negocio, de paso—, el peor resultado que puedes obtener de aquello que hagas no es que te amen o que te odien.
¿Para qué huir de los haters? ¿Para qué enamorarse de los lovers?
Ambos pueden llegar —y, en teoría, llegarán— si dices las cosas como hay que decirlas: sin miedo, con seguridad y con firmeza.
Lo peor que puede generar un trabajo no es odio. Es indiferencia.
Una última cosa.
El cafelito extra a modo de conclusión
Este 2022 viene con cambios, con proyectos, con novedades y con aventuritas.
Estoy loca de ganas de empezarlo. (Llevo meses con la agenda 2022 esperando, con eso te lo digo todo. 🤣)
Y, cómo no, de inversiones y siembras que, a la larga, buscan dar frutos rentables con ética propia.
Si quieres acompañarme, te espero en mi newsletter, La Cafetería, con emails semanales que mezclan ventas con reflexiones humanas y filosofía de vida crítica.
También salen algunas andanzas y pitotes de bailarina, viajera de la naturaleza y chismecitos varios, además de botones a mis servicios para que te empapes de qué va esto del copywriting y de la mentalidad estratégica.
Y tú, ¿qué sabes ahora que antes no sabías?
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