Todo negocio tiene una cara humana.
Y esta es la mía.
Prepárate el café, el vino o la infusión, y acomódate.
Voy a echarle el cierre a los últimos 365 días vividos.
Hoy la luna llena saluda al sol del 31 de diciembre, y yo me apunto a la improvisación.
#0 Mira de dónde partes
Antes de pensar en 2021, es importante saber dónde estabas hace un año.
Y, si puede ser, darte cuenta de qué era lo que no funcionaba.
Por ejemplo, diciembre de 2019 no fue fácil para mí.
En septiembre había dejado un equipo de trabajo al que había dedicado el 99% de mi jornada durante un año completo.
Cuando por fin me liberé para mi proyecto, sembré y sembré… pero no germinaba nada de curro.
Llamé a infinitos teléfonos, fui a varias ferias, envié chorrocientos emails y concerté un montón de visitas en persona.
Picaba mucha piedra.
Sin embargo, algo dentro de mí me decía, en voz bajita:
—María, vas a tientas…
«Esto así no sale», pensaba.
No tenía ni repajolera idea de qué era lo que no funcionaba.
Y me frustraba, pero bien.
Me daba cada discursito mental… que me tenías que ver.
Y ahí estaba el problema.
Eso era lo primero que tenía que cambiar.
#1 Eres tus hábitos
Como te puedes imaginar, acabé agotada, cansada y aburrida de tanto machaque.
Quería meditar, leer, dormir bien.
Y no me gustaba andar preocupada todo el día.
Así que empecé por leer, que era lo más fácil para mí.
Y ojo.
Yo no creo que los libros nos solucionen la vida.
Lo que creo es que hay un libro para cada momento de la vida, y si tú te responsabilizas de tu momento y de lo que lees, aprendes a solucionártela.
Si te responsabilizas de tu momento y de lo que lees o consumes, puedes aprender a solucionarte.
Sin verdades absolutas.
Después de leer 3 libros mágicos intensitos de desarrollo y crecimiento personal, me monté una rutina matinal propia con:
- Ejercicio, equilibrios y estiramientos.
- Feng Shui.
- Meditación.
- Lectura.
- Escritura a mano.
Mano de santo, oye.
Las 3 lecturas fueron efectivas.
Ahora vivo más tranquila, he disfrutado un montón de libros este año y respiro mejor cuando me levanto (señal de que he dormido bien).
¿Cuál es el secreto?
La rutina matinal te nutre y te prepara para que el día muestre todo lo que te trae.
Cumples contigo antes que con nadie.
Te tratas bien a ti antes que a nadie.
Y esa es tu mejor inversión.
Cuando digo que «eres tus hábitos» me refiero a que eres el resultado de cómo te tratas.
Autocuidado en pocas líneas
Y esto, que me parece básico cuando de emprender un negocio se trata, parece que nadie nos lo ha contado nunca.
Así que aprendizaje n.º 1 del 2020: eres tus hábitos.
Adereza tus días con tu propia rutina matinal y alimenta al núcleo de tu negocio: tú.
#2 Tienes dos pies, pero… ¿dónde?
La siguiente cosa que tengo a flor de piel porque la hablé el otro día con mis amigas es dónde es mejor vivir: ¿en el presente, o en el futuro?
El temita se las trae.
La mayoría decían que nos habían grabado a fuego la preocupación por el futuro:
- Qué vas a ser de mayor
- Qué casa o coche te vas a comprar
- Qué jubilación te va a quedar con ese
trabajo de mierdaproyecto que tienes - Cuándo te vas a hacer funcionaria
- Etc.
Veían todo esto como una mentira.
Además, varias de ellas habían descubierto la magia de vivir en el presente sin preocuparte por el futuro:
«Lo tenemos ya todo. El mero hecho de tumbarte en la tierra del campo es abundancia, no necesitamos más», añadía la que más se ha atrevido este año.
En Perú descubrí la magia de vivir al día, y sentirte libre como los pájaros del cielo no tiene precio.
Filosofada gratuita.
Pero, entonces, agregué:
—Pues sí. Yo también creo que vivir el presente es guay. Sin embargo, tengo dos pies. Y siempre tengo medio pie en el futuro.
Chimpún.
Cuando tienes un proyecto propio y tú lo pilotas, el día a día no te completa la hazaña.
Como también he aprendido en este año de incertidumbre: vivir al día no construye barcos salvavidas.
Además, si algo tenemos los emprendedores es la adicción a la libertad.
Y la libertad se alimenta de retos, de acción y de proyectos por realizar.
Así que eso.
El segundo aprendizaje de 2020 que te dejo es «deja un pie y medio en el presente; y pon tu otro medio en el futuro».
#3 La valentía no es esto
¿Crees que eres valiente?
Yo lo he sentido desde que era pequeña.
Además, siempre me lo han dicho.
Pero claro.
Una cosa es ser valiente y otra vulnerable, ¿verdad?
Muchos queremos ser valientes, pero nadie quiere que le vean vulnerable.
Porque vulnerabilidad significa debilidad.
Y… PIIIIIIIIIIII.
Es un error.
Si no tienes agallas para exponerte, mostrarte sin coraza y arriesgarte a que algo salga mal, en realidad no puedes ser valiente.
De hecho, María Polaina no quería ser vulnerable.
Ella, que se consideraba valiente por haber vivido más de 3 años al otro lado del Atlántico.
Ella, que se había subido a escenarios de España y de Perú a contarle al público y a los examinadores de danza las historias que le daba la gana bailando.
Ella… tenía miedito de que la viesen en redes sociales. 😂
Me costó la vida empezar a publicar vídeos, a escribir emails o a compartir mis artículos por si alguien me decía «algo».
(Luego pensaba en lo que diría Lola Flores si se lo contase… y se me pasaba la tontería).
Pero vamos.
Tampoco se habla de esto… y es más común de lo que parece.
Si a ti también te pasa —no quieres mostrarte en tu negocio porque dar la cara te da un poco de miedo, o porque tienes algún trauma de la infancia—, pues mira: es normal.
Respira, y atrévete a ser vulnerable para ser valiente.
Los líderes valientes nunca guardan silencio respecto a lo difícil.
Brené Brown
Tercer aprendizaje del 2020: la valentía va de la mano de la vulnerabilidad.
Y lo comprendí al 100% en un documental de Netflix, ojito.
Pasemos al siguiente traspié.
#4 Ay, la gente… ay, los haters
«Sí, sí, María. Muy bonito el parrafazo que te acabas de marcar sobre la valentía y la vulnerabilidad. Pero… ¿qué pasa cuando la ira de las masas te ataca por lo que dices o por lo valiente que eres?»
Por ahí dicen que Cervantes dejó escrito que «si ladran los perros es porque cabalgamos, Sancho».
Yo no sé si es verdad o no, pero lo que sí he descubierto este año de pandemia y de crisis general es que da igual lo que pase.
Pase lo que pase, siempre habrá gente contenta y descontenta con su vida.
Cosecha Polaina 2020 (y ley de vida universal)
¿La cuestión?
Hay mucha gente entre las personas descontentas con su vida que, en vez de gestionársela —pidiendo ayuda, meditando, yendo a terapia o haciendo el pino con las orejas— se dedica a soltar su caquita sobre otros.
Pasa en la vida física (ese jefe o jefa que echa a los empleados la culpa de todo) y pasa en la vida virtual (ese amargado o amargada que dispara a todo aquel que se atreve a pensar diferente en redes sociales, por ejemplo).
Y cuanto antes aceptemos esto, mejor.
Ojo: no hablo de que te hagas la sueca o el sueco.
Hablo de que los polos son necesarios para que exista un equilibrio de fuerzas.
Creo que las críticas nos ayudan a crecer.
Y, como Kotler —que de marketing sabe un rato—, defiendo que, en una comunidad libre, consciente y poderosa, los haters tienen un papel importante.
Por eso, te confieso que, durante la desescalada de junio, la gente me empezó a caer fatal —por motivos que no vienen al caso—.
Y pronto me di cuenta de que no podía cambiar a la gente; solo podía cambiarme yo.
Así que ese es el aprendizaje n.º 5 de 2020: quédate con lo que puedes cambiar tú, y deja que las caquitas que te lance la gente caigan al suelo.
#6 La mejor estrategia (pero ojo, la mejor, de verdad de la buena)
Mira, con este tema he andado loca todo el año.
El bombardeo de la mejor estrategia de ventas ha sido continuo.
¿No te ha pasado a ti?
Que si el email marketing.
Que si SEO.
Que si el tráfico de pago.
Que si el webinar automatizado, el evergreen, el tripwire, y los nuggets.
Que si la Biblia en pasta.😂
Y a ver, que yo soy copy y me encantan las estrategias de contenido.
Puedes pensar que me estoy tirando piedras contra mi propio tejado, pero ahora verás que no.
Estrategias y sistemas de ventas hay muchos. Vendemos desde que tenemos uso de razón.
Lo que pasa es que casi todo el mundo dice que el suyo es el mejor.
Y mi aprendizaje es que no hay una estrategia mejor que otra.
Tú tienes que encontrar ese sistema que mejor te funcione, esa estrategia con la que te sientas a gusto.
Y esa estrategia es la que, en el fondo de ti, se alinea contigo, con tu propósito y con tus valores.
En mi caso son 14 cafés con consejos de copy.
Podemos pasar al siguiente aprendizaje del año.
#7 No solo quieres vender
A raíz de la mejor estrategia que te decía en el punto anterior, me encuentro con un tema que lo mismo te suena: disfrutar.
Si vender te parece un suplicio, mal vamos.
Porque vale: a lo mejor vender no es tu objetivo en sí.
Pero si no vendes, tu negocio no es rentable.
Para que un negocio sea sostenible y perdure en el tiempo, la rentabilidad es necesaria.
Entonces, ya que te pones, disfruta.
Crea un sistema de ventas y de marketing que te haga disfrutar de lo que vendes.
Ponle corazón.
(Nota: ese corazón es lo que a mí me faltaba en el equipo del que me marché, hace ahora más de un año).
Y, para ello, lo mejor que te puedo dejar aquí es lo que mis padres me llevan diciendo desde que era un coco: SÉ TÚ.
Sin aditivos, sin postizos, sin maquillajes.
Monta un sistema que te guste, que disfrutes, y trabaja para resultados coherentes.
Fin.
#8 Haz tu propio balance
Sin duda, 2020 me ha dado mucho.
También me ha quitado.
Pero, en mi caso —y hablo de mí, porque mi 2019 fue más chungo y sé que 2020 ha dejado a mucha gente tocada— me ha quitado cosas que me sobraban.
Y eso me ha ayudado a decidir en qué me enfoco.
Si te fijas, todo está conectado desde el primer aprendizaje del año:
- Crea tu rutina matinal > aliméntate desde primera hora.
- Piensa con tus dos pies > vive el ahora, mira el mañana.
- Sé valiente > atrévete y sé vulnerable.
- Aprende de la gente > no te contamines con los haters.
- Encuentra tu mejor estrategia > alinea tu sistema contigo.
- Disfruta de vender > sé tú, con autenticidad.
Al fin y al cabo, cerrar ciclos es necesario para abrir nuevos.
Y eso es lo que te invito a hacer, si todavía no lo has hecho, en estos días de cambio de cifras.
Con qué me quedo del 2020
Yo me quedo con la gratitud.
No soy una flowerpower y aborrezco a Mr. Wonderful, verás.
Sin embargo, dar gracias por lo que sí tengo me ha cambiado la vida.
También me quedo con las relaciones.
He aplicado, sin darme cuenta, un maravilloso minimalismo en ellas.
Hoy sé que menos es más. 🧡
¿Con qué te quedas tú?
¿Qué has aprendido este 2020?
Me encantará leerte. 👇
María, enhorabuena.
Me parece un balance muy ajustado, valiente (y vulnerable) y lúcido.
Hoy estoy, casi, casi como tú en 2019. Queriendo dejar mi trabajo de los últimos 16 años, seguro, bien pagado y horrible, para dedicarme al copy. Además al copy sostenible si puede ser. Así que me he visto reflejada al 100%.
¡Qué curioso!
Aún estoy con mi balance 2020, aunque algunas lecciones sí he aprendido. Al menos, dos.
– Se puede cambiar en cualquier momento de nuestra vida, lo importante es encontrar una mínima senda por lo que empezamos el nuevo camino.
– Y ya está bien de vivir en el futuro: la jubilación, el viaje de verano, lo que haré el fin de semana… Me gustaría, como tú, tener medio pie en el futuro y uno y medio en el presente, pero aún no estoy en ese punto. Igual llego más adelante. ¡Ojalá!
Gracias por compartir tu balance.
Te deseo un 2021 increíble, dichoso, sostenible, rentable y lleno de olusión.
Un abrazo
Hola, Marga. Cómo te entiendo.
Preparar la tierra y sembrar en su momento no es difícil; lo jodido es la espera hasta que la cosa germina. Así que te envío mucho ánimo, paciencia y cariño para cuidar tus cultivos.
Por otra parte, me encanta la perspectiva de cambiar en cualquier momento de la vida (¡estamos cambiando prácticamente todo el tiempo! ¿Por qué nos costará tanto entenderlo, verdad?). Encontrar ese mínimo camino que vivamos como en realidad queremos es una aventura diaria. Desconozco si será tu caso, pero la intuición es una de mis mejores sabias para guiarme… Así que dentro de un año hablamos. 😉
Muchas gracias por compartir conmigo un trocito de tu 2020.✨
Ahora, a llenar de vida 2021.
Vivimos una vez y hay un tiempo para cada cosa. Hay épocas que toca remar en contra de nuestros deseos, pero no se puede hacer eternamente.
Si lo haces más de lo debido seguramente dejes tierra quemada detrás, con los demás o contigo mismo.
Es importante ser capaz de tomar decisiones complicadas y no aferrarse, con el tiempo ves que no era tan difícil ni tan importante el hierro al que te agarrabas, sin depender del ‘éxito’ de la decisión.
Muy interesante, Rolando.
Me quedo con lo de que «hay un tiempo para cada cosa».
Me recuerda mucho a una de esas grandes frases yoguis que vi —en alguna parte que ya no recuerdo—, rezando: «come a la hora de comer y camina a la hora de caminar».
Gracias por compartirlo, y felicidades por tu año. Algo me dice que pronto recogerás una cosecha abundante… y bonita.